Naturaleza patalógica de la mentira

La mentira infalible

Los psicópatas tienen una relación especial con la mentira. En el libro de Robert Hare, el mayor experto mundial en psicopatía, titulado Sin Conciencia, nos da muchas claves para reconocer a los psicópatas que nos rodean. En relación con lo que decía una mujer, muy psicópata, sobre sí misma, leemos:

Todo el mundo piensa, entonces, que si admito esto o lo otro el resto debe de ser verdad.

También decía que algunas veces «añado un poco de sal» a la historia, un poco de verdad. «Si la gente piensa que algo de lo que dices es cierto, normalmente piensan que todo es cierto.»

Persona manipuladora y mentirosa

Mentir, engañar y manipular son talentos naturales para los psicópatas.

Dotados de una gran imaginación y centrados en sí mismos, los psicópatas parecen increíblemente ajenos a la posibilidad —o incluso a la certeza— de ser descubiertos.

Cuando se les pilla con una mentira o se les inquiere con la verdad en la mano, casi nunca se avergüenzan o muestran perplejidad, simplemente cambian de historia o intentan reordenar los hechos de manera que parezcan consistentes con la mentira. El resultado es una larga serie de contradicciones y un cada vez más confuso oyente. La mayor parte de la mentira parece no tener otra motivación que lo que el psicólogo Paul Ekman llama «el divertimento del engaño».

Muchos observadores tienen la impresión de que los psicópatas no se dan cuenta de cuándo mienten; es como si las palabras cobrasen vida propia y el hablante no se da cuenta de que el oyente está al corriente de los hechos. La indiferencia del psicópata a ser descubierto es extraordinaria; hace que el oyente se plantee su propia capacidad psíquica.

Por eso es tan frecuente que el oyente se crea la mentira.

En los talleres sobre psicopatía que organizamos para el personal sanitario y forense, solemos mostrar un vídeo en el que un recluso explica su vida. La sorpresa y el asombro están garantizados. El sujeto es un hombre bien parecido de veinticuatro años de edad, con un millón de planes para el momento de su salida de la prisión y un suministro de talentos inagotable. En rápida sucesión expresa convincentemente haber hecho lo siguiente:

  • haber abandonado el hogar a la edad de 8 años;

  • haber empezado a pilotar aviones a los 11 años; con licencia, a los 15;

  • haber trabajado como piloto comercial de aviones de dos motores (con toda la experiencia requerida para ello);

  • haber vivido en nueve países y cuatro continentes diferentes;

  • haber dirigido un edificio de apartamentos de alquiler;

  • haber sido el dueño de una empresa constructora;

  • haber dirigido un rancho durante un año;

  • haber trabajado como bombero forestal durante seis meses;

  • haber trabajado dos años como guardacostas;

  • haber trabajado como capitán de un barco de 24.400 m de longitud;

  • haber practicado buceo en aguas profundas durante cuatro meses.

En la actualidad cumple condena por asesinato y se le ha denegado la libertad condicional cuatro veces, pero todavía tiene un montón de planes: meterse en el negocio de la construcción, vender apartamentos multipropiedad, obtener la licencia de piloto comercial, etc. También planea vivir con sus padres, a los que no ha visto en diecisiete años.

Refiriéndose a las pruebas psicológicas que ha pasado, dijo: «Mi coeficiente intelectual es altísimo. Me han dicho que tengo una inteligencia superior».

Por razones obvias, le pusimos el mote de «el fanfarrón». ¿Su filosofía?: «Si echas suficiente mierda, alguna se quedará pegada». Y parece que funciona, porque incluso observadores sofisticados se quedan convencidos de su sinceridad. Por ejemplo, un entrevistador redactó un informe sobre su personalidad que contenía aseveraciones como: «impresionante», «sincero y directo», «posee buenas habilidades sociales», «inteligente y locuaz». Después, el entrevistador se dio cuenta, tras leer su expediente, de que nada de lo que le había contado era cierto. Huelga decir que su puntuación en el Psychopathy Checklist era muy alta.

Sin Conciencia. Robert Hare

No diréis que esta psicópata, no conocía bien la naturaleza humana... Lo preocupante es que los jueces tienden a creer a los que se comportan como psicópatas...